Que la crisis no sea una oportunidad para atentar contra las libertades que otorga una República. Organicémonos, denunciemos y fiscalicemos las acciones que atenten contra la libertad.
La ciudadanía está comenzando a sufrir las consecuencias no solo sanitarias, sino también políticas y económicas de la crisis que definitivamente llegará. El Instituto Juan de Mariana (IJM) y el Movimiento Cívico Nacional (MCN) llevan trabajando muchos años en la defensa de la estructura de Derechos y Libertades y en la promoción de una ciudadanía activa. En este momento, los citados derechos y libertades se encuentran amenazados en un gran número de países y más que nunca, a día de hoy es necesario trabajar en red con organizaciones amigas que también crean en la causa de la Libertad.
Este es un espacio de fiscalización cívica en favor de los derechos y libertades individuales.
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Que la crisis no sea una oportunidad para atentar contra las libertades que otorga una República. Organicémonos, denunciemos y fiscalicemos las acciones que atenten contra la libertad.
La ciudadanía está comenzando a sufrir las consecuencias no solo sanitarias, sino también políticas y económicas de la crisis que definitivamente llegará. El Instituto Juan de Mariana (IJM) y el Movimiento Cívico Nacional (MCN) llevan trabajando muchos años en la defensa de la estructura de Derechos y Libertades y en la promoción de una ciudadanía activa. En este momento, los citados derechos y libertades se encuentran amenazados en un gran número de países y más que nunca, a día de hoy es necesario trabajar en red con organizaciones amigas que también crean en la causa de la Libertad.
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La crisis del COVID 19 encarna uno de los desafíos más grandes que ha enfrentado la ciudadanía y las diversas organizaciones que componen la sociedad civil a nivel global desde la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, la citada crisis ha contagiado a más de un millón y medio de individuos en todo el mundo. Además y desafortunadamente, la enfermedad ha provocado más de ochenta y cuatro mil muertes, dejando un rastro de tristeza y desamparo en amplias capas de la población.
Los Estados más afectados por la crisis han mostrado con toda claridad los perniciosos efectos que este drama sanitario y económico tiene sobre la sociedad. Los sistemas de salud del Sur de Europa se encuentran colapsados con objeto de salvar el mayor número de vidas. Gracias a esta tragedia se ha abierto un debate sobre el rol del Estado y la Sociedad Civil en situaciones de riesgo.
Las primeras reacciones motivaron un protagonismo excesivo por parte de las autoridades estatales. Durante el mes de marzo de 2020, la mayor parte de los estados centralizaron funciones y concentraron poder con el objetivo de controlar el fenómeno. Sin embargo, parece que las soluciones centralizadas no han sido funcionales. De hecho, se observa que aquellos países que han apostado por la policentricidad, dejando actuar con libertad tanto a ciudadanos (a la hora de comprar y vender) como a gobiernos locales, autonómicos o federales, han tenido más éxito. Alemania, a pesar de su elevado número de contagios, muestra unas cifras de fallecidos relativamente bajas en comparación con sus vecinos del sur de Europa. Corea del Sur, con su sistema de provisión de salud universal a través de seguros y hospitales privados, en plena cooperación con el Estado, también ha reaccionado adecuadamente a esta crisis provocada por el COVID 19. Lo mismo ha sucedido en Singapur. Una primera conclusión que deberíamos tener presente es: El Estado no puede actuar eficazmente sin la intervención de la sociedad civil y las diferentes empresas e instituciones que la componen. Además, los individuos debemos ser responsables y conscientes de la amenaza que enfrentamos. De nuestro actuar, depende la salud pública de la comunidad.
Los emprendedores aseguran el abastecimiento de productos de primera necesidad y sanitarios. Son ellos, quiénes conocen las cadenas de distribución logística y el mercado internacional, los que facilitan el acceso ciudadano y gubernamental a la tecnología que nos arma frente a la amenaza del virus. Por todo lo anterior, nuestro agradecimiento, pues parece que sin dichos productos ni el personal sanitario ni el resto de servicios que se encargan de nuestra seguridad, podrían operar en unas mínimas condiciones de confianza y certeza.
Pero esta crisis, además, esta abriendo un debate que vas más allá de todo lo vinculado a gestión de pandemias y abastecimiento de productos sanitarios y de primera necesidad.
Nuestra estructura de Derechos y Libertades también se encuentra en riesgo. El confinamiento, la reducción en nuestra libertad de expresión y asociación y la crisis económica que definitivamente llegará una vez superemos el drama sanitario, ha servido como ventana de oportunidad para que determinados Estados discutan medidas que atentan contra los Derechos y Libertades individuales. Todo aquel que crea en la Libertad debe posicionarse en contra de estas acciones y actitudes si no quiere salir de este dramático proceso con varias de nuestras libertades cercenadas.
Por todo ello, las organizaciones participantes manifestamos:
¡Juntos somos más fuertes!